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Inventario (no de daños)


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El pasado martes 19 de septiembre, a mediodía (sí, exactamente, unos minutos antes del gran sismo) y con algo de retraso, acudí junto con un buen número de maestros y jóvenes compositores a las instalaciones de la Sociedad de Autores y Compositores de México, para participar en una interesante conferencia impartida por el Lic. Roberto Cantoral. El tópico central de la plática giraba alrededor de la importancia de la Sociedad como gestora de los derechos de autor de sus miembros desde una visión colectiva, en contraste con el afán de algunos por ejercer estos derechos a través del esfuerzo individual que podría, a veces, llegar a ser tan infructuoso como mezquino. Los términos colectividad, grupo, sociedad rondaban en mi cabeza, cuando de pronto y sin aviso, comenzamos a sentir el terremoto. Ruido, gritos, vértigo, reflejos, carreras, y al fin, la tierra firme del jardín, más hermoso que nunca, con su aire reconfortante. Llegué ahí por una respuesta instintiva, pero sin duda también por el ejercicio de mi razonamiento. Para salir y ponerme a salvo busqué, calculé, recordé y preví; todos ellos actos intelectuales casi inmediatos, pero razonados, que me sirvieron solo a mí, para asegurar mi propia integridad personal. Al poco tiempo, sin embargo, cobré conciencia de la multitud de personas que, conmigo y sobrecogidos, vimos como a unos cuantos metros se desprendían a pedazos los ventanales del gran edificio de oficinas que parecía venirse abajo y que providencialmente no cayó. Comencé a gritar, jalar y ordenar, para tratar de alejarnos juntos del peligro. Algo después y ya con la tierra en calma, abracé, di consuelo, ayuda y atención a la gente lastimada o asustada. Pasé de mi individualidad a la solidaridad. Todo en unos cuantos minutos. Hoy, a través de un inventario más o menos cronológico de las sensaciones que ahora soy capaz de representar en palabras y que transitaron por mi mente en esos momentos, recapacito sobre ese pequeño lapso de mi vida, íntimo viaje desde el más egoísta terror personal a la tranquilidad compartida. Miedo Del latín metus que es la “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”. Es un esquema adaptativo y un mecanismo de supervivencia y de defensa normal y beneficioso para el individuo y para su especie que permite al individuo responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia. Instinto Del latín instinctus “impulso, motivación” del verbo instingere, a su vez formado por el prefijo in, “desde adentro, interno” y el verbo stingere “pinchar, impulsar, motivar”. Es una pauta hereditaria, adaptativa y global de comportamiento común en toda la especie: percepción de la necesidad, búsqueda del objeto, percepción del objeto, utilización del objeto, satisfacción y cancelación del estado de necesidad. Raciocinio Es el acto de la inteligencia en el que, por medio de lo que ya conoce, adquiere un conocimiento nuevo. Por tanto, el raciocinio nos permite avanzar y progresar en el conocimiento mediante un procedimiento deductivo (de lo general a lo particular) e inductivo (de lo general a lo particular) Egoísmo De ego “yo” e “ismo “práctica”. Poner los intereses propios en primer lugar. Si uno realiza un acto beneficioso para los demás con el fin de obtener algún beneficio personal, entonces esto sería un acto egoísta. Su antónimo, el altruísmo podría estar motivado en última instancia por un interés propio moral, es decir, ayudo porque me hace sentir bien. Conciencia De conscientia, “conocimiento compartido”, y éste de cum scientĭa, “con conocimiento”. Se traduce del griego sy-néi-dē-sis, de syn “con” y éi-dē-sis “conocimiento”, o sea “co-conocimiento”, o “conocimiento con uno mismo”. Estado cognitivo que permite la interactuación, interpretación y asociación con los estímulos externos, denominados realidad. Igualmente, es el reconocimiento de aquello que creemos que está bien y de lo que está mal. Sociedad De societas, “comunidad de personas”. O socius, “seguir, acompañar” y el sufijo -dad, “cualidad”. Es la unión intencional, estable y estructurada, de seres humanos que buscan activa y conscientemente crear estrategias o mantener un orden relativo de las decisiones o planteamientos para la consecución de un fin o bien común. Solidaridad De soliditas, In-solidum, “que se enlazan” los fines, propósitos, intenciones o destinos de dos o más personas. Implica que las partes conserven su individualidad pero ofrezcan un aspecto sólido al unirse para un fin, sin expectativa de recibir nada a cambio. Para una solidaridad real es necesario que existan tres componentes: la compasión (necesaria para acercarse a la realidad humana y social y empatizar con los dolores y carencias de los otros), el reconocimiento (sólo reconociendo la dignidad humana en los otros la compasión cobra un tinte solidario) y la universalidad (la indefensión y la indigencia son las cualidades que pueden permitir reconocer la condición fundamental de todo ser humano que adquiere universalidad en la vida en sociedad). Obligación De ligare “atadura o liga” y el prefijo ob-, “en razón de”. Obrar con la razón, por encima del impulso y en virtud de aquello o aquellos a los que se está ligado y comprometido. Amor Erróneamente del prefijo a- “negación” y mort, “muerte”: sin muerte, eterno. Más fidedigno, del indoeuropeo amma “vocablo infantil para llamar a la madre”. La ciencia lo considera como un estado evolucionado del primitivo instinto de supervivencia que mantenía a los seres humanos unidos y heroicos ante las amenazas y facilitaba la continuación de la especie mediante la reproducción. El amor podría ser interpretado de dos formas: altruista, basada en la compasión y la colaboración, y egoísta, basada en el interés individual y la rivalidad. Así pues, sería como un ápeiron consecuencia de la dualidad humana; femenino y masculino, bien y mal, ying y yang. Finalmente cito y extiendo la reflexión y pregunta formuladas por mi hermano Jesús Eduardo en la más reciente publicación de su habitual columna Bullidero: “Ante la tragedia, los mexicanos hemos dado muestras conmovedoras y admirables de solidaridad. Uno se pregunta, ¿Qué haría falta para que esa solidaridad se prolongara en la vida cotidiana de la Patria?.” Y yo respondo, sin dudar, el amor.

Ciudad de México, 21 de septiembre de 2017


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